Dr. Julio C. Gonzalez
EL IMPERIO BRITÁNICO Y LA REVOLUCIÓN DE MAYO.
Los ingleses asaltaron Buenos Aires por primera vez en 1806.Sus tropas despojaron, asesinaron y devastaron.
Saquearon el Tesoro de la Hacienda Pública que era algo similar al Banco Central del Virreinato. De este episodio, arranca el déficit permanente del fisco nacional. Los ingleses nunca devolvieron el Tesoro que, en el curso de los muchos tratados que ellos firmaron españoles y argentinos nunca nadie reclamó. Enigmas de la historia... Para tapar este agujero en las arcas del Estado fue menester contratar empréstitos británicos que produjeron y producen agujeros y pozos fiscales imposibles de llenar.
Saquearon la Compañía de Filipinas, la gran empresa comercial hispano-indiana que sembraba riquezas en las hoy desoladas provincias del oeste y del norte Argentino. La Compañía de Filipinas era la vena económica que a través del Pacifico vinculaba nuestro actual país con el lejano Oriente.
Saquearon las propiedades particulares, los negocios de ventas de comestibles y bebidas, los domicilios familiares de adobe o de ladrillo, los monasterios y los templos. Mataron a niños y mujeres. Violaron y asesinaron.
El producido de tan monstruoso latrocinio fue llevado a Londres donde fue paseado por seis carrozas tirada cada una por ocho caballos Cada carroza llevaba cinco toneladas de metal. El arte del saqueo preanunciaba la economía de miseria, de deudas y de empobrecimiento vitalicio de la Argentina
Saquearon también las almas y conciencias.
En toda sociedad el cobarde vencido es el aliado más perfecto para sostener con su obsecuencia al triunfador. Y Buenos Aires no fue precisamente una excepción a tan dura regla de la guerra. Mientras la dignidad, sin distingos de clases y de fortunas, luchaba y resistía, la cobardía comerciaba.
La degradación de algunos vencidos obsequiaba a los vencedores: les ofrecía sus salones, sus vinos y sus mujeres.
Con las relaciones familiares se iniciaba una sociedad comercial. Para el mantenimiento de la misma muchos sustituyeron su religión y muchos procedieron a la mutación de su Idioma. Tal es, en breves palabras el origen degenerado de la “clase dirigente” que nació por esos días. La clase de los futuros "patricios mercaderes".
La reconquista de Buenos Aires en 1806 y la defensa de lo reconquistado en 1807 fue una bellísima gesta popular Una pueblada de épica. Un populismo de ética, de dignidad, de valor, de coraje, de martirio y de heroísmo. En fin, la suma de todos los valores humanos y divinos que subyacen en la entraña cultural de cada pueblo.
Los indios, célula vital de una cultura exterminada pero Universalmente poderosa, fueron los primeros en alistarse para luchar contra el invasor inglés. En el archivo de Indias de Sevilla, amarillentos papeles coinciden con los lujosos protocolos que contienen la historia Argentina en los anaqueles del Foreign Office los indios en número de veinte mil" todos gente de guerra y cada cual con cinco caballos” custodió las costas bonaerenses para impedir un nuevo desembarco del invasor “de esos colorados que han tomado las tierras y vuestras casas por una desgracia”, según leemos en un documento redactado por los caciques de la época.
Y a los indios se unieron los gauchos.
Y a los indios y a los gauchos, los niños. Aquellos niños de los cuales dijo Perón que en toda nación civilizada eran y serían siempre los únicos privilegiados.
La resistencia del pueblo contra los ingleses y el puñado de traidores asociados tuvo una vida que fue más allá de la muerte. Esa vida es la que corporizó en una institución fundadora del nuevo país: el EJERCITO ARGENTINO. En las instituciones, dijo Perón, se prolonga la vida y sólo las instituciones vencen al tiempo.
Al mismo tiempo que Beresford decía con exasperación extorsiva y ruin que "Gran Bretaña es tan capaz de castigar como inclinada a perdonar”. Belgrano, síntesis magistral de combatiente y pensador escribía lo siguiente: "El comerciante no reconoce más patria ni más rey ni más religión que su interés propio...”
No estaba equivocado el General Belgrano. El ejército de retaguardia de los ingleses era efectivamente un ejército de comerciantes. Y ese ejército de comerciantes era el que estaba destinado a continuar la guerra para beneficio de Inglaterra. Una guerra muy prolongada que sigue aún vigente. Una guerra en la cual el ejército y el pueblo vienen perdiendo hasta ahora muchas batallas. Pero una guerra inconclusa...
En 1804 había en Buenos Aires 47 comerciantes ingleses. En 1810 al estallar la Revolución de Mayo, 2000. Fracasadas las invasiones armadas, los buques de guerra de Su Majestad Británica, se fueron. Pero los buques mercantes de los comerciantes Londres, abarrotados de abalorios, se quedaron. Primero ejercieron el contrabando a la vista y paciencia de los españoles y ante la perplejidad del Ejército Argentino, de gauchos, de indios y de niños que los habían combatido. Luego el anglófilo Virrey Cisneros les otorgó, por un año, el comercio libre.
Con el comercio libre de Cisneros que curiosamente debía terminar el 18 de Mayo de 1810, los ingleses vencidos se transformaron en vencedores y el pueblo y el ejército vencedores, en vencidos.
Con el Edicto de Libre Comercio de Cisneros se inauguró el saqueo institucional en gran escala:
1) Los términos del intercambio fueron escandalosos: 12 barcos de frutos del país por la carga de un barco inglés de bagatelas importadas. Libre Exportación del oro, de la plata y de todo el metálico rioplatense para pagar en dinero en afectivo las chucherías manufacturadas.
2) En pocos meses el país se quedó sin dinero y para restituir el dinero que se iba, comenzaron a concertarse empréstitos que serían pagados con nuevos empréstitos. Todo ello sin variantes. Desde el primer empréstito contratado por Rivadavia hasta el último empréstito celebrado en enero de este año por el Ministro Whebe.
En este último empréstito de los 10.000 millones de dólares que presta el Fondo Monetario Internacional a la República Argentina, 3.500 millones de dólares son aportados por el Banco de Inglaterra para que nuestro país, derrotado en las Malvinas -pero aún en guerra con Inglaterra- pueda pagar con preferencia las deudas que tiene con sus acreedores británicos. Como es de ver, desde las invasiones inglesas hasta hoy nada ha cambiado.
3) La geopolítica argentina quedó dada vuelta:
-El comercio hacia el norte y de allí al extremo oriente abandonado.
-El flujo económico que producían las artesanías e industrias provinciales destrozado.
-La navegación por el Pacífico prohibida. Tan pero tan prohibida que en el más risueño disparate que existe en la historia universal nuestro desdichado país y sus discapacitados dirigentes, regalan públicamente el Océano Pacífico. "Argentina en el Atlántico, Chile en el Pacifico". Todos hemos leído y leemos diariamente el absurdo cartelito.
-La minería del norte quedó suprimida y con ella sus implicancias industriales.
4) La miseria en medio de la opulencia había comenzado.
Saqueo permanente, deudas, hambre y desocupación, serían y son la constante política que nadie ataca.
Enfrentamientos sangrientos entre argentinos, odios irreconciliables y divisiones feroces. Todo mantenido por el arma de la colonización sutil, por la acción psicológica que divide al país por fruslerías infantiles.
Divide et Impera (separa y gobierna). Trade non countries (tratados comerciales y no territoriales). Tales son las coordenadas con que Inglaterra ha gobernado el país desde el Edicto de libre Comercio de 1809, con el cual el Virrey Cisneros convirtió en triunfo la derrota del invasor británico que había sido aniquilado por el Ejército y por el pueblo, en las jornadas de 1806 y 1807
¿Cuál fue la posición de la Primera Junta y del Gobierno del General Perón y del Peronismo, frente a la política Inaugurada por Inglaterra en 1809? La pregunta es acuciante y las respuestas, hasta ahora, no han sido precisas. Trataremos de aclarar algunas cosas.
La instalación de la Primera Junta fue un acto viril contra la política anglófila de Cisneros. El heroico Ejército Argentino que se había formado junto al pueblo en las jornadas de la Reconquista y Defensa de Buenos Aires, advirtió con asombro que los comerciantes Ingleses unidos a un grupo de perdularios porteños, les estaba robando el triunfo. Por eso actuaron en las jornadas de 1810. Agotada la capacidad de conducción por parte de España, había que defender lo propio, lo nuestro, eso que el extranjero inglés arrebataba como suyo, con ironía, con sarcasmo, con extorsión o con violencia.
La Junta actuó con grandeza moral y con buena fe política. La grandeza moral y la buena fe política, son dos principios básicos y dos hidalgas conductas. Empero, ante la ruindad del mundo internacional y ante la ferocidad de los apetitos económicos no son suficientes para asegurar el éxito.
El mundo anglosajón, a diferencia del espíritu latino, es magistral en la iniquidad y la intriga. En la alcahuetería disociadora que tanto ha fragmentado y triturado a la Argentina. En el asesinato hipócrita. En la mentira cínica. En fin, en todo tipo de medios que aseguren el poder.
Por grandeza moral y buena fe política. Saavedra dividió su sueldo con Cisneros y compartieron ambos el sitial que les correspondía en la Catedral, de la misma manera en que Liniers después del 12 de Agosto, compartió su almuerzo con el vencido General Beresford y el Estado Mayor Inglés.
Por grandeza moral y buena fe política, la Junta en pleno, recibió en su primera audiencia al Almirante De Courcy, Comandante en Jefe de las Fuerzas Británicas en el Atlántico Sur.
El Almirante Inglés con la mayor cordialidad, pero sin dejar de apuntar sus cañones, obtuvo de los desprevenidos patriotas de la Junta, la igualdad de derechos entre ingleses y criollos.
Así por medio de la grandeza moral y de la buena fe política, el monopolio que habla ejercido España se transfirió para beneficio de Inglaterra y el Edicto de Libre Comercio del Virrey Cisneros perdió fecha de vencimiento.
Por grandeza moral y por buena fe política, la Junta cedió ante Alejandro Mackinnon, representante de los comerciantes ingleses, residentes en Buenos Aires y éstos obtuvieron el permiso expreso para exportar a Londres el metálico de oro y plata Que recaudaban con sus ventas.
Por grandeza moral y buena fe política, la junta aceptó que Lord Strangford, Embajador Inglés en Río de Janeiro, representara al país naciente, ante las cortes de Londres y Madrid.
Por la grandeza moral y buena fe política, la Junta permitió que la bandera Inglesa unida a la bandera española, fuese su emblema ante las demás naciones de la tierra.
En poco tiempo todos los patriotas comprendieron con amargura que Inglaterra era la única beneficiaria de la lucha que habían emprendido contra España. Pero ya era tarde. En vez de la anhelada Independencia se había instalado una espantosa e irreversible dependencia económica hacia la Gran Bretaña.
Advertidos que la ayuda británica no era de beneficencia, sino que respondía a otras reglas de juego, Saavedra convocó a las provincias y al pueblo que lo había acompañado y Moreno recurrió a la queja diplomática. Pero ni la presencia de los representantes de las Provincias en Buenos Aires, ni el Gobierno de la Junta Grande ni el pronunciamiento del pueblo del 5 y 6 de Abril de 1811, ni la proyectada queja diplomática de Moreno dieron ningún fruto.
El avance inglés por medio del comercio era arrollador e incontenible y frente a ese avance fueron sucumbiendo uno a uno todos los que habían levantado sus armas o su voz en contra de ellos.
Liniers, el jefe militar que abatió a los ingleses terminaría fusilado. Alzaga el caudillo popular que armó al pueblo contra los ingleses terminaría ahorcado. Saavedra, el jefe militar que se levantó contra el anglófilo Virrey Cisneros terminaría exiliado y su memoria cubierta por un asombroso silencio. Moreno, el Secretario Técnico de la Junta que pretendía arreglar el problema con una reclamación diplomática murió misteriosamente. Su deceso fue precipitado “por la administración de un emético que el Capitán del buque inglés le suministro imprudentemente”, según las textuales palabras de su hermano Manuel Moreno autor de “Vida y Memorias del Doctor Mariano Moreno” página 241. Agrega Manuel Moreno que el cadáver de su hermano “estuvo todo el día sobre la cubierta envuelto en la bandera inglesa”. Larrea, proclive a negocios junto con los ingleses se suicidó.
La lista es trágica, tanto por la ferocidad de los medios de eliminación como por la continuidad de fusilamientos y asesinatos y de suicidios que plagan el destino fatal de nuestros gobernantes y prohombres. Los nombres de Dorrego, Chilavert, de López Jordán, de Leandro Alem, de Lisandro de la Torre, de Belisario Roldán, de Leopoldo Lugones, del General Valle y tantísimos otros de plena actualidad, son testimonios extremadamente serios que nos llevan a una conclusión: que causa espanto: los enemigos que se apoderaron sigilosamente de nuestro país siguen imperturbables y victoriosos, mientras que mitos, dogmas, esquemas, etiquetas, palabras y hasta letras siguen provocando el desencuentro de nuestras mentes mas brillantes y de nuestros espíritus más lúcidos.
La Revolución de Mayo, despojada de las palabras escolares y profundizada en su real dimensión, deja para la posteridad la enseñanza de un mal éxito que debe prevenirnos para no incurrir en una repetición forzosa.
Con la buena fe y la pureza moral de sus protagonistas la Revolución de Mayo no obtuvo la independencia efectiva del país. Antes, ese patrimonio espiritual fue el puente que utilizaron los comerciantes británicos para operar una transferencia del dominio español al dominio de Inglaterra.
Ese dominio fue más sutil y más eficiente que el del Imperio Español. nos adjudicó una autarquía administrativa de nivel municipal en lo interno, pero con una férrea dependencia económica que aseguró con sus concesiones y contratos cada vez más. Leoninos y cada vez más exigentes. Inglaterra se reservó el control de la política interior, reemplazando por adjetivos calificativos, los sustantivos y los verbos que conforman el lenguaje con que deben tratarse los grandes temas de un país. Dividió en forma tan irreconciliable como artificial a los conductores argentinos desde morenistas y saavedristas hasta peronistas de todos los grupos y antiperonistas de todas las tendencias. Porteños contra provincianos, Buenos Aires contra el interior. El campo contra la industria. La civilización contra la barbarie. Gremialistas contra políticos. Civiles contra militares... Siempre los antagonismos vertidos en un molde de hierro: Divide et Impera, Gran Bretaña ejerció también, a través de sus personeros más sumisos, la política exterior de los argentinos en todos los gobiernos y en todas las épocas”. No es el caso de entrar en casuismos ni contar las pocas excepciones pero todos recordamos la reciente guerra de la Malvinas dirigida por un Ministro de Relaciones Exteriores que era el mas conspicuo abogado del complejo frigorífico inglés Swift Deltec.
La eficiencia del sistema colonial inglés en el Río de la Plata, fue y es, el opus magnum de Canning, el estadista impecable. Inglaterra sería el taller del mundo y la América del Sur su granja.
Este plan gigantesco redujo nuestro territorio de 5 millones de kilómetros cuadrados a menos de 3 millones de kilómetros cuadrados y nos convirtió de un país bioceánico y minero en país atlántico y pastoril.
Del éxito del plan dice el historiador británico Harry Ferns:
“Durante el siglo XIX no se produjo ninguna alteración en la ecuación Anglo-Argentina y no hay razón alguna para suponer que hoy (en 1966) es diferente a lo que fue un siglo y medio atrás”. (Tomo I, pág. 486)
EL IMPERIO BRITANICO y LA CAIDA DE PERON
En 1964 Perón escribió sobre el tema que nos ocupa:
“El Imperio Británico celebró mi caída como una victoria típicamente Inglesa. Ante una Cámara de los Comunes delirante de entusiasmo, Winston Churchill desencadenó todos los juegos de artificio de su pirotecnia verbal. Señaló que mi derrota era para el Imperio, un hecho tan importante como la Segunda Guerra Mundial y que no se me dalia tregua ni cuartel, hasta el final de mis días".
La sentencia de Churchill se cumplió, Perón no tuvo ni tregua ni cuartel hasta el día de su muerte.
¿Qué había hecho el gran conductor Argentino para que Churchill lo considerase un enemigo de tales dimensiones?
Algo muy simple, declarar y hacer efectiva la Independencia Económica del país, que fue solemnemente jurada por todo el Gobierno, en Tucumán, el 9 de Julio de 1947. La puesta en marcha de esa Independencia Económica, era revertir y recuperar para los argentinos, los tres millones de kilómetros cuadrados de la geografía que nos quedaba.
La Argentina primaria del pasto y de la vaca inglesa fue reemplazada por la Nueva Argentina industrial, tecnológica y científica.
Esa Nueva Argentina se construyó sobre las siguientes bases:
-Se decretó feriado y día festivo el 12 de Agosto de cada año. De esta manera el país volverá a insertarse en la continuidad histórica de la cual habla sido separado.
-Se estableció el control absoluto del comercio exterior por parte del Estado.
-Se creó una flota estatal de 1.500.000 toneladas integrada por 169 buques de ultramar y 1.198 buques fluviales.
-Se reconquistó la potestad de imprimir moneda y de otorgar créditos con la nacionalización del Banco Central y con la nacionalización de los depósitos en poder de la banca privada.
-Se rescataron los servicios públicos de manos de Inglaterra: ferrocarriles, gas, transportes automotores de pasajeros, obras sanitarias, teléfonos, transportes aéreos, etcétera.
-Hubo precios sostén para los productores y precios máximos para los consumidores.
-Se construyeron viviendas y más viviendas; escuelas y más escuelas, institutos de enseñanza técnica y universidades sin aranceles. Se abrió de esta manera el crecimiento de la inteligencia de los argentinos.
-Hubo salud pública integral; erradicación del paludismo y de la tuberculosis.
-Un derecho laboral, sindical y previsional, perfecto por su eficiencia.
-Se repatrió la deuda externa y se puso fin a los empréstitos tomados para el derroche.
-Hubo paz y proyecto de Unión Aduanera con Chile, lográndose de esta manera el retorno de la presencia Argentina en el Pacífico.
-Hubo paz y proyectos de recursos hídricos compartidos con el Brasil--Iniciamos la tercera posición internacional (precursora del Tercer Mundo).
-- Tratamos de igual a igual con los Estados Unidos y esto comenzó con el gran acuerdo Perón-Eisenhower, de 1954, que principió con el frustrado contrato petrolero con la California Argentina.
La Argentina de Perón, consolidada jurídicamente en la Constitución Nacional de 1949 --que ahora ningún dirigente Peronista recuerda ni menciona-- era la puesta en marcha de los próceres precursores de 1810. Era la revancha contra el brutal colonialismo que nos había impuesto Gran Bretaña, durante un siglo y medio.
Ferns, el gran historiador inglés contemporáneo, señala en el Tomo I de su obra dedicada a la Argentina que antes del proceso de Perón al poder, la Argentina "absorbió entre el 40 y el 50 % de todas las inversiones británicas hechas fuera del Reino Unido. (Pág. 397).
Estas cifras son más que indicativas de los intereses que la obra del peronismo había lesionado. Si tenemos en cuenta que durante el decenio 1946/55 Inglaterra tuvo que resignar ante Ghandi su presencia en la India y que Mohamed Mossadegh había puesto fin a los intereses ingleses en el petróleo de Irán, comprenderemos la gravitación que nuestro país tenía en 1955 en el derrumbe del Imperio Anglicano.
El reconocimiento que los Estados Unidos hicieron del poder de Perón y de la Argentina Justicialista fue lo último que pudo Soportar la metrópoli Londinense de su ex colonia El acuerdo Perón-Eisenhower con respecto a la explotación petrolera a través de la "California Argentina" iba a alejar por siempre de estas tierras a la Gran Bretaña y a las otras potencias europeas asociadas.
Fue entonces cuando Inglaterra se lanzó a la Reconquista de la Argentina. Utilizó para tal fin dos fuerzas tradicionales y muy eficaces: sus diplomáticos y sus agentes diplomáticos. Con respecto a ellos dice Ferns:
“La diplomacia británica hubo de participar hábilmente en la política de la comunidad Argentina, ya prestando un reducido apoyo a determinados intereses, ya privando a otro de este limitado apoyo, siempre cuidadosa de no comprometer sin reserva o absolutamente la pequeña fuerza de influencia que Gran Bretaña posee con una determinada fracción y siempre decidida, a conservar las apariencias de no intervención. Si el arte de la diplomacia consiste en inducir a otros a tomar decisiones que uno desea que ellos tomen, los agentes británicos en la Argentina practicaron ese arte con grandes resultados".
“Los agentes diplomáticos británicos (en la Argentina) piden moderación a los actores cuando éstos manifiestan sus feroces inclinaciones (contra el imperio), les hacen zancadillas cuando avanzan demasiado o bien dan un empellón o otros en la dirección que les parece conveniente. (T I, págs. 296-299).
El General Perón desde su exilio escribía a Scalabrini Ortiz:
"Usted es uno de los intelectuales argentinos que siempre vio claro al enemigo real".
Y en su recordado y poco difundido trabajo sobre los episodios de 1955 decía:
"Quizá un error de nuestra parte fue no haber considerado siempre a nuestro gobierno como una etapa de la lucha secular contra Inglaterra que se inicia con las Invasiones Inglesas".
EL IMPERIO BRITANICO y LA SUBVERSION EN LA ARGENTINA
En los años que siguieron a 1955, la diplomacia británica no pudo demoler la colosal estructura levantada por Perón.
La Argentina industrial, tecnológica, científica, cultural y social, seguía en pie a pesar de todos los embates y de las más bárbaras políticas que se lanzaban contra ella.
Los textos ingleses de la época no ocultan su preocupación por el problema. La cuestión se hace acuciante hacia 1972, cuando el General Perón confirma Solemnemente su voluntad de regresar a su Patria.
Entonces aparece el 2° tomo de la obra del historiador británico Ferns sobre la Argentina. Allí leemos lo siguiente:
"Como no sea mediante una guerra civil devastadora, resulta difícil imaginar cómo puede deshacerse la revolución efectuada por Perón" (pág. 247).
Y la guerra civil devastadora para nuestra patria programada y bien pensada por los estrategas ingleses “para deshacer la revolución efectuada por Perón", llegó a nuestras playas. No vino solamente con palabras, vino con armas procedentes de Inglaterra.
Recuerdo el día 18 de abril de 1974: Un diplomático británico de nombre Micke John Bishop fue detenido en el momento de introducir al país un contrabando de armas El diario “La Nación" inicia la reseña del gran escándalo, en estos términos:
“La Justicia Federal en lo Criminal y Correccional investiga lo relacionado con el secuestro efectuado el 10 del actual por personal de la Prefectura Naval Argentina, de varios bultos que contenían 17.500 proyectiles calibre 9 mm., munición de guerra, acondicionados en cajas y utilizables para pistola, fusil y ametralladora, que fueron desembarcados del rompehielos de la marina británica Endurance".
Y tras dar detalles asombrosos sobre esta invasión virtual en el propio Puerto de Buenos Aires, la crónica da cuenta de la inmediata libertad del Diplomático involucrado, a la vez quo señala, como trascendido, que Gran Bretaña había dado al Poder Ejecutivo las explicaciones del caso:
"Lamentando no haber cumplido con los trámites que hubiera debido realizar en el caso ante nuestra Cancillería"
Nunca se hicieron públicas las explicaciones que había dado Gran Bretaña. Jamás se conoció la actitud del Ministro de Relaciones Exteriores de aquel entonces. Dejo el tema para los historiadores revisionistas que Quieran ocuparse de los años que van de 1973 a 1976.
Al descubrimiento de ese contrabando Inglés de armas siguieron otros dos, de los que sólo informó el diario "Mayoría"; uno interceptado en otro buque inglés y el tercero en una aeronave de la British Caledorniam. Si los contrabandos de armas descubiertos fueron tres ¿Cuántos fueron los que no se detectaron? Nunca lo sabremos, pero sí todos recordamos que "La guerra civil devastadora" lanzada anormalmente contra el tercer gobierno del General Perón, tenía entonces cuatro frentes bien definidos:
1) El terrorismo bélico con el crimen planificado.
2) El terrorismo periodístico con la tergiversación organizada.
3) El terrorismo político con la traición reiterada.
4) El terrorismo económico con el desabastecimiento, los vaciamientos de empresas y el sabotaje a la producción.
Todas estas eran las formas de la “Guerra civil devastadora”, declarada en secreto por los ingleses contra Perón. El objetivo era muy claro: destruir la industria argentina, destruir la tecnología Argentina y destruir la ciencia y la inteligencia argentinas, aniquilando a la Universidad que la produce.
Por estos medios, coherentes y contestes con los históricos planes de Gran Bretaña para el Río de la Plata, se buscó reinstalar a la Argentina en el sistema colonial de la división internacional del trabajo. Arruinada y destrozada la industria, la tecnología y la ciencia argentinas, hemos vuelto a ser un país primitivo: exportador de materias primas e importador de los artículos manufacturados de la peor calidad. Exportadores de cerebros talentosos (2.500.000 argentinos emigraron en busca de trabajo entre 1976 y 1980) e importadores de los laosianos y vietnamitas que trajo el Ministro Harguindeguy para cumplir el "gobernar es poblar", de Alberdi.
Este es el esquema trágico de nuestra economía colonial: vender cada vez más cantidad de materias primas a los precios más bajos y comprar cada vez mayores cantidades de mercaderías industrializadas a los precios más caros. La diferencia en contra del país la pagarán los consumidores transformados en desocupados El déficit que este ruinoso negocio produce en la balanza de pagos, será corregido con la contratación de nuevos empréstitos.
Con respecto a los empréstitos, es de enfatizar que el gobierno justicialista se hizo cargo de la conducción del país con una deuda externa de 6000 millones de dólares aproximadamente. De esa cantidad, el 70% debía ser pagado en el decurso de los años 1973, 1974. 1975 y 1976.
En julio de 1971, pocos días después de la muerte del Teniente General Perón. el Mercado Común Europeo (que a partir de la muerte de De Gaulle se habla integrado con el Imperio Británico), cerró sus puertas a las carnes argentinas, inaugurando una política absolutamente proteccionista para sus agricultores y ganaderos.
De esta manera cesó virtualmente, la mayor fuente de ingresos en divisas que tradicionalmente tuvo el país. No obstante ello, le deuda heredada se siguió pagando sin pedir prestado un solo dólar, sin concertar ningún empréstito y sin emitir un solo bono externo. Adviértase la disimilitud con la conducción económica posterior al 24 de marzo, la cual, a través de sucesivos endeudamientos, gastos improductivos e innecesarios, elevó la deuda exterior a la cifra impresionante e inédita de 38.736 millones de dólares. (Informe del Banco Central de la República Argentina 31-12-83 inserto en "La Nación" del 26-2-83, pág. 1). Como un agravante jurídico y moral para quienes así contrataron con el extranjero, es de señalar que esos empréstitos no fueron negociados en la mayoría de los casos con Organismos Financieros Internacionales Públicos o con Gobiernos de otros Estados, sino con bancos y banqueros particulares domiciliados en el extranjero, los cuales, a diferencia de los entes públicos, otorgan como es de práctica, elevadas comisiones a los ministros y funcionarios argentinos que los han elegido como proveedores de fondos para la República.
La Argentina Colonial ha sustituido pues, a la Argentina Independiente de Perón. No en vano, el señor Albano Harguindeguy, ex Jefe de Policía del Gobierno Constitucional y luego de 1976 ministro del Interior dijo claramente: nosotros vamos a regresar la Argentina al 3 de junio de 1943...
INGLATERRA y LA CAIDA DE ISABEL
La guerra de las Malvinas enriqueció al país en martirio y heroísmo. En valor sin par. En abnegación y en coraje. Pero también enriqueció al país con documentos decisivos para explicar nuestra tragedia y nuestra frustración permanente.
De ellos es altamente significativo el informe de Lord Franks preparado para el Parlamento Británico por el Consejo de la Corona y publicado en Enero de 1983. El Informe de Lord Franks trae una sinopsis de la Inteligencia Británica sobre la Argentina que arranca del año 1965. Refiriéndose a las relaciones con el Gobierno Peronista este importantísimo documento dice textualmente:
“Enero 22, 1976: los comandantes argentinos son contrarios a aprobar cualquier medida militar susceptible de facilitar el mantenimiento en el poder del régimen de la Señora de Perón. Si bien es posible que se establezca una corta tregua, es previsible la toma de nuevas medidas (por parte del Gobierno Peronista) contra los intereses británicos bajo forma de un aumento de presión hostil, tanto política como económica".
El documento esta reproducido en el diario “La Nación” en su edición del día 2 de Abril de 1983 página 9. Como es de ver, los británicos preanunciaban la caída del Gobierno Constitucional con dos meses de anticipación.
Como los vencidos no tienen historia ni derecho, sino únicamente difamaciones y calumnias, es forzoso hacer un inventario de la obra del Gobierno caído el 24 de marzo de 1976. Paradójicamente, esa obra de gobierno es la misma que tanto ha irritado y preocupado a los ingleses hasta el extremo de calificarla de hostil en sus documentos oficiales como es el informe Franks que acabamos de leer. Por eso pasamos a relatarla porque de su enunciado surgirán los verdaderos motivos del 24 de marzo de 1976 que nada tienen que ver con los pretextos infantiles que se esgrimieron para justificar el golpe del 24 de marzo de 1976.
También el inventario de esa obra permitirá comprender el por qué de cautiverios interminables y de otras infamias afines.
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